Sin dudas hay cosas sobre las cuales evitamos hablar o escribir, no existe motivo para negarlo. Las razones por lo cual hacemos esto no tienen mucha importancia, al menos en este momento, y creo q deben quedar en el fuero intimo. Lo q sigue a continuación es un rejunte de palabras q jamás debieron ser expresadas, pero por algún motivo no pude detener su aluvión.
Con un comienzo por demás de escueto, a modo de introducción, este texto nos deposita inmediatamente en una de esas conversaciones q solo ocurren en las películas, con la diferencia q esta fue más q real.
Todo comenzó muy bien, como suelen comenzar las cosas q rozan el amor.
Nos conocimos, nos probamos y nos gusto. Nos vimos, nos aceptamos e imaginamos miles de años juntos llenos de felicidad. Hasta q una mañana ella decidió servirme de desayuno su realidad, llena de palabras trilladas y excusas por demás de comunes dio por finalizada nuestra excursión por las tierras de la alegría.
Obviamente en su pecho no se produjo lo mismo q en el mió, pensé yo, dejando de lado su explicación adornada por clichés.
La vida siguió, como es su costumbre, y día tras día el dolor y la angustia fueron desapareciendo, para demostrar una vez más q todo pasa y q el olvido es un trabajador eficiente.
Hace poco más de 4 horas estaba acostado leyendo cuando sonó el teléfono, algo q realmente me sorprendió ya q los únicos q suelen llamar son los vendedores de los mas diversos productos, pero siendo las 11 de la noche imagine q no seria uno de ellos. Me levante con cierto fastidio por la interrupción a mitad del capitulo y al atender creí entrar en una película, luego de mi cordial saludo escucho una voz q me recrimina “¿ya te olvidaste de mi?”. Esas palabras solo podrían venir de una boca, es evidente q era de la suya, “en eso estoy” conteste yo, mientras intentaba esquivar la avalancha de recuerdos. Se escucho una risa sincera del otro lado del tubo, seguís teniendo respuestas para todo, baby, dijo. Para casi todo, aun no tengo una para saber por q nos separamos, solté yo. Eso ya lo hablamos aquel día, se defendió. Yo me refiero a una respuesta sincera, escupí al instante, para q tuviera claro q yo no me tragaba sus boludeces.
Silencio y mas silencio, cuelga el teléfono.
Puteo, me sirvo un whisky y prendo un cigarrillo. Una vez más ella había tenido la delicadeza de sacarme boleto para esta montaña rusa emocional, y lo había conseguido con un simple llamado. Quedaba claro q no lograba olvidarla.
En medio de la tercera pitada la historia se repite. Suena el teléfono, contesto tratando de disimular mi ataque de locura. ¿Ya te olvidaste de mí? Silencio.
Te dije q en eso estoy.
Para mi q ya te olvidaste, no escribís mas, no llamas…
Bueno, eso forma parte del proceso de sacar a una persona de nuestra vida, eliminar el contacto. Dije de la forma más cruel posible.
Entonces ya te olvidaste, ya no me queres más. Q rápido q descartaste todo el amor q me vendías.
Cuando escuche esas palabras deseaba gritarle los mas sucios agravios, decirle perra de mierda, no te acordas q fuiste vos la q me hecho del departamento sabiendo q no tenia lugar donde quedarme, q fuiste vos q se escondió en palabras absurdas, hacete cargo pendeja. Para terminar con un quien carajo te da derecho a llamarme y hacerme estos planteos pelotudos.
Pero no lo hice. Trague mi orgullo y elimine todo rasgo de testosterona para convertirme en un idiota más que no puede escapar de las garras del amor femenino. En lugar de gritar aquellas palabras redentoras, me tome 5 segundos y, recordando las palabras de Dolina, le dije, yo no puedo controlar mis sentimientos, no puedo evitar seguir queriéndote. Pero si puedo controlar a mi dedo índice para q no marque tu numero a las 3 de la mañana para decirte q te extraño.
Para resumir la historia, mañana cenamos juntos y yo ya empecé a guardar mis cosas en la valija.