“ni ésta mentira te hace feliz”
(C.G.)
(C.G.)
La verdad sobre la vida misma se basa simplemente en dos cosas, hacer y dejar hacer. Esta breve definición aunque en su primera lectura parezca correcta posee algunos puntos oscuros que tratare de explicar de manera simple y sencilla. El hacer implica siempre un deseo por parte del que, precisamente, desea hacer. Pero esta obviedad para algunos no se encuentra tan explícita para otros.
En los tiempos que corren los deseos de las personas son muy variados, pero en mucho casos no complicados de lograr. El problema con el hacer, o sea con el desear, es cuando esto depende además de la voluntad de otra u otras personas para realizarse. Para explicarlo mejor cuando mi hacer depende exclusivamente del hacer de otro ser. Yo se que esto parece un juego de palabras que busca la complejidad de un concepto, pero si lo analiza con cuidado y agudiza su razonamiento se dará cuenta q no es así, y sobre todas las cosas, q esto es muy cierto.
Esta en mi consideración q conjugar el deseo de dos o mas individuos para muchos resulta algo sencillo, esto es precisamente cuando el deseo esta rodeado de sencillez y superficialidad, cuando solamente se pretenden cosas ínfimas, q en realidad no son mas q parches del subconsciente para las cosas q deseamos y tememos no poder alcanzar nunca.
Esta es la crueldad de estar impregnados de realidad y de dominar en su totalidad al alma y sus caprichos.
Es cierto, que la mayoría de las personas esta dispuesta a ayudarnos en pequeños sueños, totalmente volubles y accesibles; el problema se plantea cuando ese deseo que llevamos no es tan fácil de tomar, o la decisión que queremos implica todo un desestructuramiento de nosotros mismos y del entorno. Ahí no hay muchos q ayuden o que se queden esperando con ansias el cambio. Es difícil de encontrar esa persona. Yo creo que el problema radica en que todos somos (por suerte) totalmente distintos y las aperturas mentales (q nada tiene que ver con el intelecto) de cada uno de nosotros varia de acuerdo a cada contexto, y sobre todo a la predisposición para aceptar, asumir, ayudar y acompañar al cambio o al sueño. Obviamente esto va de la mano con el DEJAR HACER, que necesariamente implica el hecho de permitirle al otro ser uno mismo, ser él mismo. Dejarlo ser, dignifica, y no solo a la otra persona, si no también a nosotros mismo, porque no estamos interfiriendo en la vida de nadie; y eso no es mas ni menos q respeto.