Acabo de regresar a mi hogar después de una noche de jolgorio. La cabeza late y las ideas están difusas. El escribir no es mas q un reflojo al insomnio y las palabras aparecen como ecuaciones indescifrables. El tiempo sobra y todo lo demás también.
A esta hora todo se transforma en una expedición. Entre los mudos sonidos de la noche evitamos a cualquier precio que nuestros inmundos ruidos perturben la quietud de aquellos que yacen o deambulan. Los objetivos son establecidos y recién entonces comienza la travesía. Se imaginan los peligros y la forma de evitarlos, se trazan rumbos, planes de ruta y vías de escape, dilatando el momento en que debamos tomar coraje y emprender camino. Nos lanzamos hacia nuestras metas, excitados y aterrados, llegamos al nefasto punto de no retorno y decidimos continuar.
Es increíble la capacidad que tienen algunos seres para negar la razón, son ellos mismos los que se vuelven inmortales por conseguir sus objetivos sin que nada logre interponerse, son los valorables. Los eternos.