Al sentarnos en aquel banco, frente a frente, ambos con las piernas cruzadas sobre las rodillas, jamás pensé q las primeras palabras q saldrían de su boca serian en tono de interrogación, pero lo fueron. Una hermosa tarde de otoño, esa persona a la cual yo quería me pregunto, mirándome a los ojos, si yo era feliz. Mi primera reacción fue sonreír, algo común en mi frente a las cosas q me incomodan. Pero como suele ocurrir ella tampoco se conformo con ver solo mis dientes, necesitaba explorar mucho más profundo, por lo cual no bastaria con una mentira. Por eso me tome mi tiempo para encender un cigarrillo y pensar una respuesta honesta que se acercara a mi realidad.
Después de 4 pitadas, durante las cuales ella no paro de mirarme fijamente, no tuve mas opción q responder con un no. Esta vez la q sonrió fue ella, aunque no dijo nada, sabia q yo tenia una explicación y no me presiono para q se la dijera, ya que daba por descontado que yo no podría contener mi verborragia y se la daría de todas maneras. Eso fue exactamente lo q ocurrió.
Comencé mi discurso diciendo que no estaba seguro de q la felicidad realmente existiera, y q si esta era real no era mas q otro de los estados de animo q puede experimentar el hombre, por lo cual desde un primer momento su pregunta estaba mal formulada y debería cambiar el “ser” feliz por el “estar” feliz, ya que la felicidad en ningún caso podía ser un estado permanente.
Era hermosa, excelente compañera y muy buena en la cama, pero si algo no se podía destacar de ella era su capacidad en el pensamiento abstracto, así q intente aclararle un poco mis ideas.
Desde mi punto de vista el hombre se encuentra la mayor parte de su vida en un estado de reposo o natural. Para ser mas grafico le dije q este estado seria el nivel cero, y que ante ciertas situaciones el mismo podía variar. Entonces los números positivos representarían grados de bienestar anímico y los números negativos expresarían malestar, oscilando desde la angustia hasta la felicidad, con grados intermedios como la tristeza o la alegría. Le dije q los rasgos de personalidad determinaban fuertemente el movimiento hacia arriba o hacia abajo, y que algunas personas sencillamente no teníamos la capacidad de elevarnos.
Una vez terminada mi explicación dijo que sinceramente hubiera preferido un simple si, se levanto, me beso en la frente y se fue.
Esa fue la ultima vez q nos vimos. Fue una despedida poética, pensé yo mientras la veía hundirse en la boca del subte.
Hermoso y sí... muy poético.
saludos!!