Todos hablan con la boca llena y tragan nuestro pedazo de vida tan dulcemente que niegan toda su amargura. Nosotros hacemos lo mismo, nos llenamos de cosas q analizamos fríamente, teorizamos, comparamos con lo q hemos leído, divagamos, damos consejos vagos para vidas vagas. Gritamos en todas las esquinas nuestros valores y después volvemos a casa a acostarnos plenamente en el sillón, a preparar otra exquisita receta sin un gramo de azúcar.
Caminamos, llenamos nuestros oídos de hermoso rock and roll y sonreímos a las bellas señoritas q caminan nuestros senderos. Pasamos horas meditando sobre lo inevitable, creamos imágenes quiméricas para llenar el vació, blasfemamos contra toda esta realidad. Para luego acostarnos a dormir placidamente y comenzar nuevamente el recorrido absurdo.